BURDEL OFRECE:

Gastronomia literaria


Tetradotoxina

por Felipe Bravo Torres




Humberto Pacheco. Su propia garantía, inicio y final.

Llevaba fuera de Chile poco más de un mes y medio. Entre la latitud 45° norte hasta la latitud 45° sur era posible que anduviese dando vueltas, con la muerte y el coraje de sombra.

Ese día, Pacheco, salió muy temprano, se dirigía incansablemente a la feria de la caleta, iba comprando uno a uno lo que necesitaría para un par de horas más tarde; primero, compró un pez globo, perteneciente al género de los takifugu, conocido a secas como Fugu; luego, volvió a su departamento; regresó a la feria por unos aliños y condimentos. Más tarde, buscó alguna galería donde conseguir adornos.

Eran casi las siete de la tarde, el departamento estaba completamente cubierto de globos de colores, llenos de helio. Los hilitos de los globos daban un ambiente selvático o, quizá, lo más parecido a la materialización de aquel sueño que de pequeño lo perseguía; la lluvia de tallarines y dientes de dragón. 30 minutos después estaba en la cocina. Tomó el pez, le dio unos cortes poco sofisticados, desconociendo voluntariamente el almacenamiento de la tetradotoxina en los órganos internos (ovarios, hígado) del Fugu. Una vez que tuvo la carne cortada, la aliñó y condimentó coloridamente, armó un plato muy bien distribuido y lo dejó a un costado de la cocina.

Sus vagas aspiraciones teatrales lo llevaron a preparar un espectáculo para su muerte. Sería él su propia garantía de vida. La inseparable unión de los extremos.

Sobre el traje que llevaba puesto colocó un delantal blanco y un gorro de chef. Tomó la bandeja en la que estaba el plato servido, lo llevó hacia el comedor, lo dejó parsimoniosamente en la mesa y presentó el artesanal plato japonés:

- no ha de haber otra opción con este plato que la opción de la felicidad. O es la muerte sonriente la que se presenta; o la sonriente alegría de la vida en nuevos sabores-

Dichas esas palabras, Pacheco sacó de su delantal un par de palillos chinos y llevó a su boca un trozo de Fugu, dando la garantía al comensal que su propio cocinero lo prueba antes, alejando así el fantasma del envenenamiento. Luego, quitó rápidamente el delantal y el gorro de su cabeza, quedando vestido con un impecable traje oscuro. Se sentó en la cabecera de la mesa, levantó la cabeza como mirando a alguien y dijo:

- Muy bien, muy amable-

Luego, continuó comiendo con agrado el banquete. Al cabo de unos minutos un cosquilleo asaltó su lengua, un pequeño adormecimiento que se iba intensificando. Con el pasar de los minutos ese cosquilleo se fue traduciendo en una mezcla de éxtasis y parálisis de los músculos. La boca se fue fijando en un esbozo de sonrisa eterna, la garganta pareció ir inflándose, para no dejar pasar más aire y el cuerpo completo experimentó una sensación placer y alegría.



Pacheco, pierde la mirada y siente que sus genitales van a explotar en una eyaculación de dioses. La garganta, en tanto, continúa expandiéndose sin dejar pasar aire ni palabras. Humberto lanza un sonido gutural terrible- gruasuau uus auauuuu- que traducido dice algo así como: “ esto es mejor que cometer harakiri”.

Su cuerpo se iba contrayendo hasta dejarlo tirado en el piso, la vista vuelta y revuelta, pero sin perder jamás la conciencia de lo ocurrido.

Los globitos estaban dispuestos en el techo y, efectivamente pensaba, que hay días donde el cielo está lleno de colores. Le fue faltando el aire hasta entrar en pequeñas convulsiones. La feliz agonía solo duró unos segundo más; de pronto, después de un mes y medio lejos de su ciudad, simplemente ahí ya no había una vida: sino un cuerpo muerto con una sonrisa dibujada como diciendo: si existe algo así como la felicidad, de seguro esta en otra parte.

Habían pasado ya unos días. La puerta del departamento no se abría y las mucamas del lugar decidieron entrar. Cuando una de ellas lo hizo, se encontró con el suelo cubierto completamente por globos de colores desinflados y en el costado de la mesa, dos bultos tapados con globos también. Al descubrirlos, encontró un chef y un comensal.






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